Contenido





miércoles, 28 de enero de 2009

El aspirante y el campeón. (El Correo 28.01.09)

El aspirante y el campeón.

Manfred Nolte

Entre ayer y el 31 de enero se celebra en Belém, en la amazonia brasileña, la novena reunión del Foro Social Mundial. Y hoy comienza en Davos, la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial. La reiterada coincidencia en el tiempo de dos eventos que se atribuyen un lábel mundial no es una mera coincidencia.

El Foro Económico Mundial(FEM) nació en 1971 a iniciativa de Klaus Schwab, un profesor de la Universidad de Ginebra que transformó meteóricamente una modesta plataforma de empresarios europeos en la Fundación mas exclusiva y selecta del planeta. Aparentemente “comprometidos en mejorar el estado del mundo” como reza el texto de la misión, una agresiva aunque ordenada pléyade de altos ejecutivos blancos, en torno a los 50 años de edad, paga sumas desmesuradas por ser socio del Club y sucumbir a la fascinación de la pertenencia, gozando el privilegio de toparse en los pasillos del Auditorio central de Davos-Klosters con un animado corrillo de políticos en ejercicio, capos de multinacionales de postín, algunos premios Nóbel y con el mismísimo Soros o a Bill Gates.

El Foro social mundial(FSM) es inicialmente un movimiento reactivo. En 1992 el empresario brasileño Oded Grajew pensó que además del que Davos representaba, era hora de proclamar de forma pacífica y multitudinaria que “otro mundo es posible”, acuñando así el slogan de la organización. Un proyecto horizontal “alter-globalización”. Según su carta fundacional, el Foro social es un espacio abierto de encuentro para articular acciones por parte de la sociedad civil frente al liberalismo salvaje o cualquier forma de imperialismo y, también, para la construcción de una sociedad orientada hacia una relación fecunda entre los seres humanos y de estos con la Tierra. Sin estructuras formales el Foro se convierte en un proceso permanente de búsqueda y construcción de alternativas

Desde la primera gran celebración de Porto Alegre en 2001, se han sucedido ocho mas. Cien mil personas de ambos sexos, de todas las razas y colores, de diversas extracciones culturales, sociales y religiosas participarán este año en mas de 2.600 actividades, culminando en un “día de las alianzas” para decidir acciones comunes. Belém, en plena jungla amazónica es una de las mayores reservas forestales, de agua y de biodiversidad del planeta con sus implicaciones medioambientales. Una gran oportunidad para los indígenas quilombolas, habitantes de la ribera, que quieren jugar en el evento un papel central. En este tipo de celebraciones multitudinarias la oferta es desbordante, la puntualidad desigual, la organización mejorable, las traducciones simultaneas mas voluntariosas que certeras. Inevitablemente, también, se cuelan algunas células radicales. A veces surgen propuestas para rediseñar estructuras de mando y crear una mayor cohesión. Pero entonces retorna el espíritu de Grajew para acallarlas. Y luego prosigue la fiesta y la celebración.

El Foro Económico contempla al Social con recelo aunque no lo considere un adversario de talla. Con 38 años de experiencia, posiblemente un adolescente de 9 no resulta amenazante. Pero el eco de la voz plural y anárquica del aspirante rebota en la montaña mágica que corona Davos, inmortalizada por Tomas Mann, alertando que no enmudecerá.

La Asamblea alpina hace honor a la relojería del país anfitrión. Aunque este año se prevé una menor rivalidad en el boato desplegado por las Firmas en cócteles y otras celebraciones restringidas, todo discurre en una ordenada y puntualísima constelación de eventos laterales, sesiones plenarias, y “Workshops” que nunca ocultan el mensaje central: la creación de riqueza como fuente del bienestar, en un sistema liberal y global. . Klaus Schwab manifestaba en un reciente entrevista que ambos proyectos perseguían lo mismo: lograr un mundo mejor. Puede ser. Lo cual no implica, según el Foro social, que la creación de riqueza tenga que ser en detrimento de los mas desfavorecidos, del medio ambiente o de los recursos no renovables. Schwab se atribuye el pragmatismo, tachando a su oponente de meramente ideológico. Pero tampoco es cierto que la convención suiza sea pragmática ,ni que sus deliberaciones contribuyan al cambio de las estructuras del planeta. A la postre se trata de un Club, no de un Organismo multilateral aunque presuma de estar a la altura de ellos.

La globalización está transformando los modos de relación entre los pueblos y sus gentes. Si un mundo plural está interconectado, la única manera de que funcione es fijando unas bases de valores comunes, democráticos, e inclusivos . Pero ese paso no se ha dado. Tampoco entre los dos Foros Mundiales.

domingo, 25 de enero de 2009

El efecto dominó. (El Correo 25.01.09)

El “Efecto dominó”.

Manfred Nolte

Hasta bien pasada la primera mitad del siglo veinte, las naciones comerciaban aprovechando ventajas relativas, sorteando las trabas de sus competidores. La libre circulación de capitales no existía y para efectuar cualquier pago al exterior debían cursarse solicitudes individualizadas. Las medios de transporte eran convencionales y el telex representaba la punta de lanza de la tecnología de la comunicación . En este escenario la economía todavía funcionaba por compartimentos estancos y, a la hora de actuar, los ciclos mostraban un rostro menos severo y mas circunscrito. Cuando apretaba el zapato en America, allí estaban Europa Continental y el Reino Unido para echarle una mano y a la inversa. Los países emergentes y en vías de desarrollo, mientras tanto, esperaban pacientemente la mano milagrosa que les rescatara del infinito gueto de la miseria. El globo estaba relativamente desacoplado.

Hoy en día, desde que formamos parte de la aldea global todo anda revuelto y amontonado. La deslocalización financiera, la rebaja del proteccionismo y la eliminación de fronteras junto a la revolución digital han modificado el paradigma de las relaciones y proporciones mundiales. Entre éxitos sonoros y clamorosas torpezas actuamos en sincronía. Todos vamos en el mismo barco, aunque no igual de confortables, claro está.

Por eso la doctrina del “decoupling” es un mito a desterrar. El “decoupling” sostiene que la crisis tendría que ver solamente con los países centrales. Algo que sucedió en 2001 cuando la economía USA se ralentizó dramáticamente y países como China o India crecían con vigor, y que fue aun más perceptible en las recesiones de 1991 y 1982, donde las correlaciones entre el gigante americano y el resto del mundo fueron sensiblemente menores.

Nada que ver con la cruda realidad actual. Al “decoupling” le sustituye el “efecto dominó”. Nadie es ya inmune a la crisis global. Basta con echar un vistazo a las previsiones de Naciones Unidas para 2009. En un escenario en el que el crecimiento del PIB de los países desarrollados será negativo en un 1,5%, los países pobres pasarán del 5,9% de 2008 al 2,7% del año actual, con lo que el crecimiento del PIB mundial será nulo, pudiendo incluso cerrar en números rojos, cosa que no habría sucedido desde la década de los 30.

Es cierto que las economías en desarrollo van a crecer más que las de los países centrales, pero ese tipo de desacoplamiento relativo no es algo digno de celebrar. Aunque siga siendo positiva, reducir en 3,2 puntos su tasa de crecimiento, algo mas de la mitad de la velocidad de crucero de los últimos cinco años es una catástrofe sin precedentes. El Producto de África caerá desde el 5,1 al 0,1% en 2009. Según el Banco Mundial se estima que un 1% de reducción en el crecimiento de estas áreas marginadas, arrastra a 20 millones mas de personas a la pobreza extrema. El verdadero mensaje que se esconde detrás de estas cifras es que los señores de las finanzas han corrompido el orden mundial y han contagiado su crisis a los países del sur.

Se suponía que los sistemas bancarios de los países en desarrollo estaban blindados frente a bonos titulizados, derivados, y otros artefactos financieros de carga retardada. Y así ha sido, en efecto. No era pensable que el tercer mundo fuese mercado objetivo de Madoff y demás sátrapas de las finanzas. Pero a pesar de ello las economías del planeta están más correlacionadas que en cualquier tiempo anterior. A través de una serie de mecanismos y procesos, el Sur enferma del mal occidental. Algunas causas son de impacto directo como la extremada aversión al riesgo de los inversores internacionales que ha provocado la huida de capitales de estos países buscando el refugio del dólar o el euro congelando y aun repatriando la inversión directa, las dificultades crecientes de refinanciación de la deuda a tipos razonables, y la restricción del crédito. Otros son inducidos por la menor demanda occidental que se traduce en disminución de las exportaciones, y la reducción del flujo de remesas de emigrantes. A ello hay que añadir el deterioro del tipo de cambio y la incidencia de los precios de las materias primas, distinta según la estructura de cada país. Finalmente caben citarse las desfavorables perspectivas que acechan a la Ayuda Oficial recibida de la OCDE, seriamente amenazada.

En esta trama de villanos e inocentes no ha quedado margen para el “decoupling”. Solo se trata de un mito para olvidar.

domingo, 11 de enero de 2009

Dos varas para medir. (El Correo 11.01.09)

Dos varas para medir

Manfred Nolte

La propiedad transitiva de los Conjuntos, aquella que postula que si A está comprendida en B y ésta en C, entonces necesariamente A también estará comprendida en C, es una sencilla y deliciosa muestra del pensamiento lógico. Tanto que, en la práctica, lógica y transitividad suelen considerarse sinónimos. Mucho antes de que Georg Cantor introdujera en 1874 la Teoría de Conjuntos, desde los albores de la civilización, filósofos y pensadores han ahondado en las leyes de la lógica como instrumento para alcanzar la verdad y huir del caos y la anarquía. A menudo se mutila la lógica, y se asume con cínica naturalidad que la medición de las cosas no depende del patrón de medida utilizado, sino de otros factores imprecisos. Llegado el caso se utilizan sin rubor dos varas distintas para medir: una para lo propio y otra para lo de los demás.

En Setiembre de 2008, la escalada de esta crisis sin culpables que estamos padeciendo, produjo en los países más ricos del mundo una reacción fulminante en rescate de sus entidades financieras, seriamente amenazadas. A los tres días de la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de dicho mes, el secretario del Tesoro americano Henry Paulson presentó al Congreso un plan que contenía la intervención pública más radical desde la Gran Depresión y quizá de todos los tiempos. El plan de salvación financiero supera los 1,3 billones de dólares. A las pocas semanas, Gordon Brown anunció un rescate equivalente para el sector bancario británico. Este movimiento provocó reacciones similares en los restantes países europeos alcanzando los 2,8 billones de dólares. Aunque voces muy respetadas como la del Nobel Krugman mantengan posiciones divergentes, existe el consenso de que la gravedad de la crisis justificaba esta intervención sin precedentes.

Pero estas cifras descubren una profunda paradoja al analizarlas en clave de transitividad: En efecto, los 4,1 billones de dólares comprometidos por Estados Unidos y los Gobiernos Europeos para apoyar a las Instituciones financieras infectadas suponen más de 45 veces los 90,7 millardos que dichos países dedicaron en 2007 a la ayuda al desarrollo del Sur. USAID, la Agencia Americana de Ayuda al Desarrollo invirtió 23,2 millardos en ayuda a todos los países en desarrollo en 2007, menos de los 29 millardos de avales firmados a JP Morgan para que este adquiriera Bear Sterns .Solo en el rescate de la aseguradora AIG empleó 152,5 millardos de dólares. Y 306 millardos más en garantizar activos de Citigroup. 306 millardos es una cantidad respetable de dinero: es el 2 por ciento del PIB americano y tres veces la cifra occidental total de ayuda al desarrollo.

Pasando de las cifras a los aspectos sistémicos, la paradoja se agrava al constatar que la vieja noción liberal del mercado autorregulador y suficiente se esfumaba a golpe de Decreto. Los países centrales han decidido una intervención sin contemplaciones en el sector financiero llegando a la participación directa en el capital cuando ha sido necesario, volcando ayudas a discreción sin otro requisito que el de formar parte del sector y presentar un balance comprometido.

Nada que ver con lo aplicado a los Países del Sur. Durante años, los líderes de estos países fueron instruidos por el FMI, Banco Mundial y OMC acerca de las bondades del libre mercado. Para recibir ayudas, los países en desarrollo fueron sometidos a una estricta condicionalidad: debían acometer reformas levantando barreras comerciales y suprimiendo aranceles, desregulando los mercados financieros y laborales, privatizando la industria básica pública, eliminando subvenciones e implantando en su grado más radical políticas de libre cambio. No es sorprendente que el sur se encuentre desconcertado.

De cara al futuro, experiencias pasadas correlacionan las crisis de los países centrales con reducciones de su ayuda al desarrollo. En Setiembre de 2007, los Países donantes anunciaron una inyección adicional de 16 millardos, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero es alto el escepticismo reinante en torno al cumplimiento de tales compromisos. La declaración del G20 contiene una promesa vaga de mantener las cifras existentes.

Por mucho que la crisis sea global y que la interdependencia financiera y real de los países sea incuestionable, la evidencia que emerge de los hechos relatados es extremadamente injusta y cruel: los promotores de la crisis, frente a las victimas inocentes de la misma, siguen utilizando dos varas para medir. En el caso analizado sin el menor embozo ni disimulo.