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domingo, 27 de febrero de 2011

La cara oscura del microcrédito. (El Correo,27.02.11)

La cara oscura del microcrédito.

Manfred Nolte

Cuando Muhammad Yunus visitó Bilbao en octubre de 2003 ya portaba la aureola del líder carismático. Aun no había sido declarado Nobel de la Paz, pero su presencia en el palacio Euskalduna, para el lanzamiento del proyecto ‘Solidarioa’, el Banco social promovido por BBK, congregó a un variopinto colectivo de simpatizantes, que veía en Yunus al santo de nuevo cuño, al Gandhi de una cruzada pacífica contra la pobreza y la exclusión.

En el auditorio, con tono metódico fue desgranando las páginas sucesivas de una construcción antológica: ‘Grameen Bank’, literalmente ‘el banco de las aldeas’, el banco de los pobres. En 1976, Yunus, catedrático de economía en la Universidad de Chittagong (Bangladés), realiza un experimento pionero asignando 27 dólares a 42 mujeres de un poblacho colindante al campus: Zobra. Una irrisoria suma de dinero –el primer microcrédito de la era moderna- concedido sin garantía colateral, pero siempre con el compromiso colectivo de cuatro o cinco personas, que les permitirá, con dosis adecuadas de ingenio y perseverancia, iniciar la huída de la trampa de la pobreza. Pequeños utensilios fabriles, unas aves de corral, tal acopio de materias primas compartido y el milagro se produce. En Octubre de 1983, el proyecto se transforma en ‘Grameen Bank’, un banco independiente con una normativa y requerimientos adecuados a su misión. Dos representantes del Gobierno tomarán asiento en su Consejo.

‘Grameen’ es una historia de éxito. Con 2500 sucursales y 8700 millones de dólares en la cartera de préstamos, la tasa de morosidad apenas supera el 2%. Los beneficiarios son abrumadoramente mujeres, y el 94 por ciento de su capital está constituido por los propios titulares de sus créditos. El 6% restante pertenece al Gobierno.

Pero el ciclo, que todo lo transforma, ha envuelto al laureado, a su obra y a la propia dimensión del microcrédito, del que está mostrando su cara más oscura.

Abul Mal Abdul Muhit, ministro de finanzas de Bangladesh sostiene que Yunus es demasiado viejo para gestionar un Banco y que debe abdicar. Las presiones nacen de algunas alegaciones presentadas en un documental televisivo según las cuales Yunus desvió ilegalmente fondos destinados al ‘Grameen Bank’. ‘Grameen’ ha desmentido los cargos, y Noruega, el donante principal del Banco ha certificado la inexistencia de cualquier acción fraudulenta. Detrás de las apariencias parece esconderse una burda represalia promovida por políticos en ejercicio a los que el líder bengalí ha tachado en repetidas ocasiones de corruptos y por su conato de encabezar una formación electoral, empeño que no llegó a consumar.

Sin embargo, la auténtica fatalidad, la que ataca el centro neurálgico del proyecto radica en la proliferación de nuevas compañías de microcréditos, esta vez con declarado ánimo de lucro y que han introducido una dinámica de préstamos a tipos tan confusos como abusivos, alimentando el ‘riesgo moral’, estimulando a los prestamistas a seguir endeudándose con un marketing agresivo que en poco difiere del ‘mercado basura’ surgido en Estados Unidos en el prólogo de la gran crisis.

Este ‘subprime’ de los miserables ha desatado la indignación de Yunus, que tacha a los nuevos banqueros de ‘tiburones’, sobre todo a raíz de la cadena de suicidios –más de dos centenares- registrados en India, un país donde la deshonra por un impago se traslada de una generación a la siguiente. ‘Que no se autoproclamen ‘entidades de microfinanzas’’ ha implorado el Nóbel asiático, estos saqueadores que engañan, intimidan y extorsionan a clientes indefensos.

Para concluir enlazando con el sector más escéptico en relación a los sistemas de ayudas, ¿cómo se inscribe este fenómeno en la agenda global del desarrollo? Las microfinanzas solo son un fenómeno poético aunque sea de extraordinario aliento. La financiación de la pobreza elude tratar de sus causas primarias, entre las que no figura la exclusión del crédito sino, sobre todo, la exclusión del poder, de la participación democrática y del bien común. Las microfinanzas no abordan esta problemática.

Una mirada más atenta a innumerables agregados sociales del planeta, como el que ha desatado la reciente revolución social en Egipto, nos remite a una juventud desencantada, con aceptables habilidades productivas pero sin empleo, una generación que contempla en los medios de comunicación el brillo y boato de la prosperidad global aunque ella solamente sienta en sus carnes el cilicio de la redoblada austeridad neoliberal.

En Túnez, un joven graduado incapaz de encontrar trabajo improvisó un puesto de frutas y vegetales. Cuando la policía lo desmontó por carecer del correspondiente permiso, el muchacho prendió fuego a su cuerpo, y con él, a todo el norte de África. A los millones de jóvenes de su perfil y ambiciones, los microcréditos no van a conferirles un futuro razonable. Buscan desesperadamente un cambio estructural, la superación de desigualdades sórdidas y lesivas y el fin de los regímenes autoritarios que las toleran . Anhelan un futuro distinto, algo más que compasión, más que una mera conciencia de su propia pobreza aliviada o diferida.

domingo, 13 de febrero de 2011

Cajas de Ahorro:¿Por quien doblan las campanas? (Largo)

Cajas de ahorro: ¿Por quién doblan las campanas?

Manfred Nolte.

El miércoles de esta semana la Vicepresidenta económica Elena Salgado ha confirmado algunas directrices para el saneamiento del sector financiero, adelantadas en rueda de prensa el 24 del pasado mes de enero.

Básicamente, consisten en la observancia de un ratio de “core capital” (capital y reservas sobre activos en riesgo) del 8%, el umbral normativo más alto del mundo, y que será aún más riguroso- el 10%- para el caso de aquellas entidades que no coticen en bolsa, o no tengan presencia en su capital de al menos el 20% de inversores privados, y que además detenten una proporción de vencimientos pendientes de financiación mayorista superior al 20%. Estos supuestos alcanzan en plena línea de flotación a las cajas de ahorro.

Para adaptarse a las nuevas exigencias, las cajas deberán procurarse inversores institucionales en el período inaplazable que media hasta el próximo mes de setiembre o bien dar entrada al ‘Fondo de reestructuración bancaria ordenada’ (FROB) quien inyectaría capital en ellas previa su transformación en bancos, tomando las riendas de su gestión. En estas circunstancias, un número indeterminado de cajas resultaría nacionalizado interinamente durante un máximo de cinco años, para ,una vez saneadas, ser vendidas al postor de turno, bien un banco nacional o extranjero, tal vez recientemente rescatado con los fondos de los contribuyentes, o uno de esos fondos que ya recorren los bufetes de la capital, especialmente adiestrados para hacer el agosto en los ‘outlets’ y bazares de las rebajas.

La ciclotimia normativa sobreviene precisamente en el momento en que la industria cajera acaba de satisfacer escrupulosamente las condiciones estipuladas en el Real Decreto Ley 11/2010 , de julio pasado. En su consecuencia, laboriosos procesos de negociación culminados en fórmulas de integración(SIPs), fusiones o absorciones han adelgazado a fecha de hoy el mapa de las cajas haciéndolo mas versátil y competitivo.

A la desorientación provocada por esta brusca maniobra regulatoria de frenado y marcha atrás, sigue un formato de discriminación del escenario de juego (‘playing field’) tanto respecto de los bancos nacionales, algo que traspasa los límites de toda lógica, como en relación a sus homónimos europeos, que atraviesan por análogos o mayores problemas, pero que disponen hasta 2019 para capitalizarse según los requerimientos postulados por Basilea III.

Pero es que, además, la iniciativa acarrea algunos males mayores para la economía española en su conjunto, con independencia de rubricar la eutanasia gradual de la profesión.

A pesar de que las cajas están provisionadas conforme a lo preceptuado por el supervisor, y algunas de ellas superan con holgura incluso las exigencias de los nuevos requerimientos, el mensaje lanzado por el Gobierno podría confundir gravemente a la ciudadanía, que puede atisbar tras la catarata de normas poco menos que la quiebra generalizada del sector.

A contrarreloj, las entidades de ahorro se verán obligadas a desapalancar posiciones comenzando con su cartera de participaciones industriales , siendo igualmente inevitable una nueva contracción del crédito, que hará más penosa aún la ya precaria financiación de particulares y muy especialmente de las pymes.

Irreparable resultará la desaparición a medio plazo del dividendo social de las Cajas. ¿Se ha pensado por un instante quien repondrá los cerca de 2000 millones de euros anuales de obra benéfica, un ‘pay-out’ superior al 30% de los beneficios netos del sector? ¿Y qué proyecto remplazará sus fines fundacionales coadyuvando al desarrollo de la iniciativas regionales, evitando la exclusión de los más frágiles y necesitados, fomentando la competencia financiera y el ahorro popular?

A medio o aun a corto plazo, la transformación o eventual absorción del 50% del sistema, aumentará la concentración del sector financiero justamente en un momento en que los reguladores de todo el planeta cuestionan la trayectoria de la entidades ‘demasiado grandes para quebrar’, portadoras del germen del riesgo sistémico.

No se trata de ignorar los graves problemas del colectivo. Pero es evidente que las Cajas son el chivo expiatorio, los rehenes canjeados en la operación de rescate de la credibilidad exterior del país.

Según ha expresado la Vicepresidenta Salgado en sendas misivas al presidente de la CECA, Isidre Fainé, y a su colega en la Asociación Española de Banca, Miguel Martín, informándoles sobre ‘el plan de reforzamiento del sector financiero’, el objetivo prioritario del mismo es ‘recuperar la confianza de los mercados en la solidez de la economía española y en la credibilidad de sus entidades financieras, y facilitar la financiación de éstas, garantizando la canalización del crédito a la economía real, y con ellos, el crecimiento y el empleo’

La segunda de las razones esgrimidas en la carta es contradictoria en sus propios términos, como se ha puntualizado anteriormente y tal y como respetadas voces de la academia y de la profesión se han encargado de remachar.

En cuanto a la primera y principal, mucho nos tememos que este delirio terapéutico, - sin haber ahondado con sosiego y responsabilidad en otras alternativas-, exclusivamente por acallar de forma transitoria el recelo de los inversores internacionales, ahonde la desmoralización y el complejo de inferioridad de nuestros dirigentes políticos, una vez vuelvan a ser árbitros imparciales de sus actos, y mediten lo que han compelido a transformarse y diluirse hasta su desaparición.

Suponiendo que la inmolación ejemplarizante del colectivo de Cajas de ahorro se considerase una ‘razón de Estado’, en los términos acuñados por Maquiavelo para describir las medidas adoptadas por un gobierno cuando tras ellas se preservan valores mayores del Estado, superiores a los individuales o colectivos de la ciudadanía, habría que rendirse. Pero en este caso, para que la sedación de los mercados exteriores fuese aún mas gratificante y duradera, el requisito de ‘core capital’ debería elevarse con arrojo hasta el 15 o el 20 por ciento. O mejor aún al 25. Ello obligaría al desembarco automático del FROB en la totalidad del colectivo de Cajas y así, el Gobierno y aquellas formaciones políticas que lo han apoyado sin fisuras, incluido el Banco de España, ganarían por goleada el match de la dañada reputación internacional.

El ‘Guiness’ les acreditaría el record planetario de la capitalización, la madre de todas las exigencias regulatorias. Por su parte, los historiadores del mañana tal vez les recuerden como los promotores del mayor escamoteo financiero de la democracia: el desprecio a una brillantísima ejecutoria social de dos centurias y un frontal insulto a la inteligencia.

Paralelamente, como se trata de una idea portentosa, podrían sugerir a Ángela Merkel que hiciese lo propio con las ‘Sparkassen’ y ‘Landesbanken’ alemanas


Doblan las campanas por las Cajas(El Correo, 13.02.11)

Doblan las campanas por las Cajas.

Manfred Nolte.

El miércoles de esta misma semana la Vicepresidenta económica Elena Salgado ha adelantado las últimas directrices para el saneamiento del sector financiero. Básicamente, consisten en la observancia de un ratio de “core capital” (capital y reservas sobre activos en riesgo) del 8%, el umbral normativo más alto del mundo, y que será aún mayor- el 10%- para el caso de aquellas entidades que no coticen, o no tengan presencia en su capital de al menos el 20% de inversores privados, y que además tengan una proporción de vencimientos pendientes de financiación mayorista superior al 20%. Estos supuestos alcanzan en plena línea de flotación a las cajas de ahorro.

Para adaptarse a estas exigencias, las cajas deberán procurarse inversores institucionales en el período inaplazable que media hasta el próximo mes de setiembre o bien dar entrada al ‘Fondo de reestructuración bancaria ordenada’ (FROB) quien inyectaría capital en ellas previa su transformación en bancos, tomando las riendas de su gestión. En estas circunstancias, un número indeterminado de cajas resultarían nacionalizadas interinamente durante un máximo de cinco años, para ,una vez saneadas, ser vendidas al postor de turno, bien un banco nacional o internacional, tal vez recientemente rescatado con los fondos de los contribuyentes, o uno de esos fondos especialmente adiestrados para hacer el agosto en los ‘outlets’ y bazares de las rebajas.

La ciclotimia normativa sobreviene cuando la industria cajera acaba de satisfacer los requisitos estipulados en el Real Decreto Ley 11/2010 , de julio pasado. Laboriosos procesos de negociación culminados en formulas de integración(SIPs), fusiones o absorciones han adelgazado el mapa de las cajas haciéndolo mas versátil y competitivo.

A la desorientación provocada por esta brusca maniobra regulatoria de frenado y marcha atrás, seguirá una etapa de discriminación del escenario de juego (‘playing field’) donde el sector financiero español en general y las cajas de ahorro en particular competirán en notoria inferioridad de condiciones con sus homónimos europeos, que atraviesan por análogos problemas, pero que disponen hasta 2019 para capitalizarse según los requerimientos postulados por Basilea III.

Pero es que, además, la iniciativa acarrea algunos males mayores para la economía española en su conjunto, con independencia de rubricar la eutanasia gradual de la profesión.

A pesar de que las cajas están provisionadas conforme a lo preceptuado por el supervisor, y algunas de ellas superan con holgura las exigencias de los nuevos requerimientos, el mensaje lanzado por el Gobierno podría confundir gravemente a la ciudadanía, que puede atisbar tras la catarata de normas poco menos que la quiebra generalizada del sector.

A contrarreloj, las entidades de ahorro se verán obligadas a desapalancar posiciones comenzando con su cartera de participaciones industriales , siendo igualmente inevitable una nueva contracción del crédito, que hará más penosa aún la ya precaria financiación de particulares y muy especialmente de las pymes.

Irreparable resultará la desaparición a medio plazo del dividendo social de las Cajas. ¿Se ha pensado por un instante quien repondrá los 3000 millones de euros anuales de obra benéfica, un ‘pay-out’ del 30% de los beneficios netos del sector? ¿Y qué iniciativa remplazará sus fines fundacionales coadyuvando al desarrollo de la iniciativas regionales, evitando la exclusión de los más frágiles y necesitados, fomentando la competencia financiera y el ahorro popular?

A medio o aun a corto plazo, la transformación o eventual absorción del 50% del sistema, aumentará la concentración del sector financiero justamente en un momento en que los reguladores de todo el planeta cuestionan la trayectoria de la entidades ‘demasiado grandes para quebrar’.

No se trata de ignorar los graves problemas del colectivo. Pero es evidente que las Cajas son el chivo expiatorio, los rehenes canjeados en la operación de rescate de la credibilidad exterior del país. Mucho nos tememos que esta locura terapéutica, - sin haber ahondado en otras alternativas-, acallando transitoriamente el recelo de los inversores internacionales, ahonde la desmoralización y el complejo de inferioridad de nuestros responsables políticos, una vez vuelvan a ser jueces imparciales de sus actos, y sepan lo que han impulsado a transformarse hasta su disolución.

Suponiendo que fuera vital la inmolación ejemplarizante del colectivo de las Cajas de Ahorro, hágase, pero para que la sedación de los mercados exteriores sea aún mas gratificante y duradera, elévese el requisito de ‘core capital’ hasta el 15 o el 20 por ciento. O mejor aún al 25. Ello obligaría al desembarco del FROB en la totalidad de Cajas y así, este Gobierno y aquellas formaciones que lo han apoyado sin fisuras, incluido el Banco de España, ganarían por goleada el partido de su reputación internacional.

El ‘Guiness’ les acreditaría el record planetario de todas las exigencias regulatorias.

Los historiadores del futuro tal vez les recuerden como los promotores del mayor escamoteo financiero de la democracia: el desprecio a una brillantísima ejecutoria social de dos centurias y un claro insulto a la inteligencia.

Seguidamente podrían sugerir a Ángela Merkel que hiciese lo propio con las ‘Sparkassen’ alemanas.